Los términos de la dependencia de Ucrania de la Unión Europea (Spanish version of earlier post in English)

Las principales disposiciones del Acuerdo de Asociación entre la UE y Ucrania están
disponibles en línea. (Me parece divertido que, dentro del gran alboroto que se ha generado
alrededor del drama de la negativa a firmar y las consecuentes protestas, no parece habérsele
ocurrido a nadie consultar realmente de qué estamos hablando –o, al menos, yo he sido
incapaz de encontrar algún análisis en Internet-). Estas son solamente las disposiciones
“principales” – la versión completa dispone en principio de 1.500 páginas (y, hasta donde yo
conozco, no está disponible en internet). Muestro a continuación algunas de las características
básicas de la versión resumida, simplemente para que veamos cuál es el motivo de las
protestas y de qué tratan las disputas diplomáticas.

Un aspecto clave del acuerdo tiene que ver con el establecimiento de la llamada “profunda y
completa Área de Libre Comercio” (DCFTA). Todo lo demás aparece en relación a este punto.
De modo que, ¿de qué se trata la DCFTA?, ¿cómo funciona?

Los aranceles son herramientas clave en manos de las economías más pobres y debilitadas en
sus relaciones con los más ricos y poderosos. Que Ucrania es considerablemente más pobre y
débil que la UE debería ser obvio. Pero, ¿hasta qué punto más pobre y más débil? Veamos.
Teniendo en cuenta las estimaciones que ha hecho Angus Maddison en los últimos tiempos y,
basándonos en los datos que ofreció en el 2008, el peso de la economía ucraniana era
aproximadamente 40 veces más pobre y más débil, en términos de peso económico, que en de
la Unión Europea. Para ver la trayectoria que ha seguido entre el 1990 y el 2008, junto con 
Rusia, haga clic aquí. 

Como sugiere la publicación de la UE, los vínculos comerciales entre la UE y Ucrania ya están
bastante sesgados. Ucrania exporta 14,6 mil millones de euros de los bienes a la UE e importa
23.8 mil millones de euros, produciendo un desequilibrio comercial de 9.2 mil millones. En el
ámbito de las inversiones, el desequilibrio es francamente grotesco: 2 mil millones de euros de
Ucrania, por 23,8 mil millones de euros de la UE para Ucrania (el resultado muestra un Las principales disposiciones del Acuerdo de Asociación entre la UE y Ucrania están
disponibles en línea. (Me parece divertido que, dentro del gran alboroto que se ha generado
alrededor del drama de la negativa a firmar y las consecuentes protestas, no parece habérsele
ocurrido a nadie consultar realmente de qué estamos hablando –o, al menos, yo he sido
incapaz de encontrar algún análisis en Internet-). Estas son solamente las disposiciones
“principales” – la versión completa dispone en principio de 1.500 páginas (y, hasta donde yo
conozco, no está disponible en internet). Muestro a continuación algunas de las características
básicas de la versión resumida, simplemente para que veamos cuál es el motivo de las
protestas y de qué tratan las disputas diplomáticas.

Un aspecto clave del acuerdo tiene que ver con el establecimiento de la llamada “profunda y
completa Área de Libre Comercio” (DCFTA). Todo lo demás aparece en relación a este punto.
De modo que, ¿de qué se trata la DCFTA?, ¿cómo funciona?

Los aranceles son herramientas clave en manos de las economías más pobres y debilitadas en
sus relaciones con los más ricos y poderosos. Que Ucrania es considerablemente más pobre y
débil que la UE debería ser obvio. Pero, ¿hasta qué punto más pobre y más débil? Veamos.
Teniendo en cuenta las estimaciones que ha hecho Angus Maddison en los últimos tiempos y,
basándonos en los datos que ofreció en el 2008, el peso de la economía ucraniana era
aproximadamente 40 veces más pobre y más débil, en términos de peso económico, que en de
la Unión Europea. Para ver la trayectoria que ha seguido entre el 1990 y el 2008, junto con
Rusia, haga clic aquí.

Como sugiere la publicación de la UE, los vínculos comerciales entre la UE y Ucrania ya están
bastante sesgados. Ucrania exporta 14,6 mil millones de euros de los bienes a la UE e importa
23.8 mil millones de euros, produciendo un desequilibrio comercial de 9.2 mil millones. En el
ámbito de las inversiones, el desequilibrio es francamente grotesco: 2 mil millones de euros de
Ucrania, por 23,8 mil millones de euros de la UE para Ucrania (el resultado muestra un impresionante desequilibrio de 21.9 mil millones de euros). Teniendo en cuenta estas cifras,
incluso sin la DCFTA, la estructura de vinculación económica entre la UE y Ucrania se ofrece
como un estudio perfecto de libro de texto de comercio exterior y dependencia de inversiones.

El proyecto del acuerdo es absolutamente firme en relación al propósito fundamental de este
ejercicio: eliminar todos los aranceles restantes y las otras barreras comerciales para el capital
de la UE.

“El DCFTA, vinculado al proceso más amplio de aproximaciones legislativas, contribuirá a una
mayor integración económica con el mercado interior de la Unión Europea. Esto incluye la
eliminación de prácticamente todos los aranceles y los obstáculos en el área de comercio de
bienes, la prestación de servicios, y el flujo de inversiones (especialmente las que tienen que
ver con el sector de la energía). Una vez que Ucrania se haya incorporado al Acervo
Comunitario de la UE, la UE concederá acceso a todos los mercados, por ejemplo, que tienen
que ver con ámbitos como la contratación pública o los productos industriales” (p.3).

El beneficio esperado de la eliminación de “casi todos los aranceles y las barreras” supone que
“cuando el DCFTA entre en vigor proporcionará las reducciones arancelarias que permitirán a
los operadores económicos de ambas partes ahorrar alrededor de 750 millones de euros por
año (la mayoría de los derechos de aduanas serán levantados.)” (p.4)

Dadas las disparidades existentes entre las dos entidades aspirantes a ser contratantes (de 1,5
a 1 en el comercio, de 11 a 1 en la inversión y de 40 a 1 en el poder económico), no es difícil
imaginar qué porcentaje de esos 750 mil millones de euros, derivados de la elevación de
barreras comerciales, irían hacia a la UE y cuáles hacia Ucrania.

Pero todo esto es, en realidad, un pequeño cambio con respecto a la liberalización de las
inversiones. Además de la liberalización del comercio, la DCFTA también prevé un “clima”
significativamente más abierto. El acuerdo no sólo hace hincapié en dicha inversión, sino que
especifica exactamente lo que tiene en mente: “inversiones (sobretodo en el sector de la
energía)” (p.3). Por si no quedaba lo suficientemente claro, el documento repite: “Nuevas
oportunidades de comercio e inversión se crearán y la competencia se verá estimulada” (p.4). Y
todavía sigue: “a través del Fondo de Inversión para la política de Vecindad (NIF), donde
Ucrania está propuesta, las inversiones del Instituto de Finanzas Internacional (IFI) podrían
aprovecharse. El NIF pretende movilizar una financiación adicional que cubra las necesidades
de inversión de Ucrania que tengan que ver con infraestructuras en sectores como el
transporte, la energía, el medio ambiente o las cuestiones sociales (por ejemplo, la
construcción de escuelas u hospitales)”. Todo esto estaría muy bien, exceptuando el hecho de
que no hay absolutamente ninguna mención a los términos necesarios bajo los cuales toda
esta infraestructura humana podría tener lugar, qué se haría con ella y con qué fondos. Nada
de eso.

El proyecto de acuerdo también prevé que Ucrania pueda acercarse “poco a poco” al Acervo 
Comunitario, es decir, al cuerpo de leyes y reglamentos de la UE; esta es una disposición 
completamente neutral y técnica. Sin embargo, más allá de la técnica y la aparente neutralidad, 
se esconden dos puntos clave que deben ser recordados aquí. 

En primer lugar, está claro que el marco diplomático del proyecto del acuerdo (dos partes 
contratantes llegan a un acuerdo) es muy engañoso: lo que de verdad está sucediendo, es la 
completa adopción de un conjunto de materiales jurídicos externos por parte de un actor que es 
más pequeño y más débil económicamente, por parte de un grupo más grande, más fuerte 
tanto a nivel económico como político y de orden superior. He analizado la grotesca y 
asimétrica estructura de esta relación en mi artículo “El zorro y el cuervo…”, disponible aquí
aquí, en relación a las negociaciones entre la UE y la adhesión de Hungría hace 15 años (la 
única advertencia para leerlo es que este artículo se centró en una situación en la que Hungría 
era una sociedad mucho más pequeña pero mucho más rica que Ucrania, donde jugó el papel 
de subordinada; el caso de Ucrania es hoy diferente al de la Hungría de hace 15 años, por dos 
razones adicionales: Hungría no tenia otro “pretendiente”, mientras que Ucrania se encuentra 
en medio de un tira y afloja geopolítico entre UE y Rusia, y, en el momento en que Hungría 
estaba negociando su adhesión a la UE, no hubo participantes de Europa orientales anteriores. 
Hoy, la UE incluye 11 estados miembros ex-socialistas de la Europa del Este que ofrecen una 
amplia lista de precedentes y un clima político totalmente diferente). 

En segundo lugar, hay que tener en cuenta lo siguiente: en una forma bastante fundamental, el 
principal (algunos preferirían decir directamente el único) propósito de las leyes y los 
reglamentos comunitarios de la UE tiene como trasfondo la eliminación de todos los 
mecanismos institucionales que los estados miembros de la UE habían desarrollado a lo largo 
de los siglos para proteger a sus economías internas de crisis exógenas, competencias 
desleales y fluctuaciones imprevistas de todo tipo. De este modo, cuando vemos una referencia 
a la adopción (o, como en el caso de Ucrania, “aproximación”) hacia el Acervo Comunitario, 
tenemos que recordar que el Acervo es, por definición, una herramienta neoliberal, diseñada 
para aumentar el dominio mundial del capital transnacional con sede en el oeste de Europa. 
Eso es exactamente lo que es. Ni más ni menos. 

Por último, está la cuestión de lo que la UE y el lenguaje (desde una perspectiva sociológica 
bastante imprecisa) llaman la “movilidad” (es decir, la libre circulación de ya no solamente las 
mercancías, los servicios y las inversiones, sino también de las personas; esto incluye su 
derecho a asentarse, trabajar, estudiar o participar en la vida política y democrática sin 
exclusión o disminución). Esto es importante por tres razones. En primer lugar, se va a mostrar 
la profundidad del compromiso de UE de abrazar a Ucrania como una sociedad y no sólo como 
un espacio económico; en segundo lugar, se trata de una expectativa muy emotiva, que está en 
la mente de todas las personas, en especial las de la Europa del Este que quedan fuera de la 
UE; y en tercer lugar, es en este punto que el acercamiento entre la UE y Ucrania se topa con 
la dura realidad de una Europa occidental racista hacia los europeos de este, algo a lo que he 
llamado, en un artículo titulado “La Bondad está en otra parte…”, el Imperio de la Indiferencia 
europea (disponible aquí o aquí, ver especialmente pp.125-134). 

Para decirlo sin rodeos, el proyecto de acuerdo es extremadamente vago en relación al 
movimiento de los ucranianos hacia las tierra del Acuerdo Schengen. Y si no, saboreen este 
lenguaje: “la importancia de la introducción de un régimen libre de visados para los ciudadanos 
de Ucrania se tendrá en cuenta siempre y cuando las condiciones de movilidad estén bien 
gestionadas y sean seguras y reconocidas en el Acuerdo” (pp. 1-2) y, de nuevo: “La UE y 
Ucrania se comprometen a través de Acuerdo de Asociación a incrementar el diálogo y la 
cooperación en lo que a migración, asilo y gestión de fronteras respecta. La importancia de la 
introducción de un régimen libre de visados para los ciudadanos de Ucrania se tendrá en 
cuenta siempre y cuando las condiciones de movilidad estén bien gestionadas, sean seguras y 
se vean reconocidas en el Acuerdo” (p.3)

En otras palabras, no hay absolutamente ningún compromiso por parte de la UE, o de su 
sistema de gestión común de la emigración Schengen. Incluso la obligación del visado, 
actualmente en vigor, no se suspendería por el momento. ¿Cuánto tiempo exactamente? 
Bueno, “el tiempo oportuno”. Este es lenguaje totalmente vago de lo diplomático. Se unen a la 
UE para nada, ni siquiera para aliviar la obligación del visado, por no hablar de su abolición (lo 
que permitiría a los ciudadanos de Ucrania poder viajar a Europa a su antojo) y mucho menos 
el derecho de estancia, de estudio o de trabajo. Absolutamente nada de eso se menciona aquí. 

Personas familiarizadas con el proceso de “ampliación” de la UE, explicarán, sin duda, que la 
libre circulación de las personas, el derecho a asentarse o a trabajar, son cosas que vendrán 
más tarde (en realidad, por lo general suele llevar unos siete años, si no más) con la plena 
ciudadanía o adhesión. Por lo tanto, eso nos lleva a la siguiente pregunta, ¿y qué? ¿qué dice el 
acuerdo en relación a la plena adhesión? 

Exactamente lo siguiente: 0. 

La palabra “pertenencia” aparece en el documento una vez, refiriéndose a la pertenencia a la 
OMC. Esto debería resultar absolutamente claro: Ucrania no será miembro de la Unión 
Europea; y no lo será en un futuro previsible. 

Así, cuando el pueblo de Ucrania se moviliza por las ideas de democracia, ciudadanía, 
igualdad, etc. y exige a su gobierno que acepte de inmediato el acuerdo, es todo eso lo que 
están exigiendo. Un significativo aumento de la exposición de su economía al capital de una 
UE cuarenta veces más fuerte y rica; una demolición de las barreras arancelarias que podrían 
impedir la extracción total de sus recursos y, una absoluta falta de promesas que tengan que 
ver con la igualdad, la ciudadanía, la democracia, o incluso una mayor libertad de movimiento.

1 diciembre 2013

For the translation, thanks to www.sinpermiso.info 



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